Juan Calabria (1873-1954)
presbítero, Fundador de las Congregaciones de los Pobres Siervos
y de las Pobres Siervas de la Divina Providencia
presbítero, Fundador de las Congregaciones de los Pobres Siervos
y de las Pobres Siervas de la Divina Providencia
JUAN CALABRIA nació en Verona el 8 de octubre de 1873,
séptimo y último hijo de Luis, zapatero, y de Angela Foschio, empleada al
servicio doméstico, mujer de grande fe, educada por el Siervo de Dios Padre
Nicolás Mazza en su escuela de niñas pobres.
Desde el nacimiento, para el niño Juan, la pobreza fue su
maestra de vida. Cuando murió su papá, tuvo que interrumpir el cuarto año
de escuela primaria para buscar un trabajo como ayudante.
Descubriendo las virtudes del joven, el rector de San Lorenzo,
Padre Pedro Scapini, lo preparó en privado para los exámenes de ingreso al
seminario. Una vez superados, fue admitido y frecuentó el liceo como alumno
externo. Al tercer año tuvo que interrumpirlo para hacer el servicio militar.
La caridad fue la característica de toda su vida
Ya joven se distinguió sobre todo por su gran caridad. De
hecho, se puso al servicio de todos haciendo los trabajos más humillantes y
peligrosos. Se ganó la admiración de sus compañeros y superiores, llevando
a muchos de ellos a la conversión y a la práctica de la fe.
Cuando terminó el servicio militar, retomó los estudios. Una
fría noche de noviembre de 1897, cuando hacía su primer año de teología,
volviendo de visitar a los enfermos en el hospital, encontró un niño
acurrucado delante de su puerta; era fugitivo de los gitanos. Lo recogió y lo
llevó en casa. Estuvo con él y al final lo acomodó en su pequeño
dormitorio. Fue el principio de sus obras a favor de los huérfanos y
abandonados.
Algunos meses más tarde, fundó la "Pía Unión para la
asistencia de los enfermos pobres", reuniendo en torno a sí un buen
grupo de seminaristas y de laicos.
Eran éstos los inicios de una vida totalmente caracterizada
por la caridad. "Cada instante de su vida fue la personificación del
maravilloso cántico de San Pablo sobre la caridad", escribe en una
carta postulatoria a Pablo VI una doctora hebrea salvada por el Padre Calabria
de la persecución nazi y fascista, escondiéndola vestida de hermana, entre
las religiosas de su Instituto.
Sacerdote y Fundador de dos Congregaciones
Ordenado sacerdote el 11 de agosto de 1901, fue nombrado
ayudante vicario en la parroquia de San Esteban y confesor en el seminario. Se
dedicó con un particular celo a la confesión y al ejercicio de la caridad
privilegiando sobre todo a los más pobres y marginados.
En el 1907, nombrado Vicario de la Rectoría de S. Benito del
Monte, comenzó también a recibir y cuidar espiritualmente a los soldados. El
26 de noviembre de aquel año, en "Vicolo Case Rotte", dio inicio
oficial al Instituto "Casa Buoni Fanciulli", que el año siguiente
encontró la estabilidad definitiva en la calle San Zeno in Monte, en la
actual Casa Madre.
Junto a los jóvenes el Señor le mandó laicos deseosos de
compartir con él la propia donación al Señor. Con este puñado de hombres
donados totalmente al Señor en el servicio a los pobres, con una vida
radicalmente evangélica, hizo vivir a la Iglesia de Verona el clima de la
Iglesia Apostólica. Y aquel primer núcleo de hombres fue la base de la
"Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia" que
será aprobada por el Obispo el 11 de febrero de 1932 y obtendrá la
Aprobación Pontificia el 25 de abril de 1949.
Inmediatamente después de la aprobación diocesana, la
Congregación se extendió en varias partes de Italia, siempre al servicio de
los pobres, de los abandonados y marginados. Prolongó su acción a los
ancianos y a los enfermos dando vida para ellos a la "Cittadella della
caritá ". El corazón apostólico del Padre Calabria pensó además en
los Parias de la India, mandando en el 1934 cuatro Hermanos a Vijayavada.
En el 1910 fundó también la rama femenina, las "Hermanas", que fue aprobada como Congregación de derecho diocesano el
25 de marzo de 1952 con el nombre de " Pobres Siervas de la Divina
Providencia " y el 25 de diciembre de 1981 obtuvieron la Aprobación
Pontificia.
Profeta de la paternidad de Dios y de la búsqueda de su
reino
A las dos Congregaciones, el Padre Calabria, confió la
misma
misión que el Señor le había inspirado cuando joven sacerdote:
"Mostrar al mundo que la Divina Providencia existe, que Dios no es
extranjero,
sino Padre, y piensa en nosotros, siempre que nosotros pensemos en Él y
le
correspondamos buscando en primer lugar el Santo Reino de Dios y su
justicia" (cf.
Mt 6, 25-34).
Y para testimoniar todo esto, acogió gratuitamente en sus casas, jóvenes, material y moralmente necesitados. Hizo hospitales y casas de acogida para asistir en el cuerpo y en el espíritu a enfermos y ancianos. Abrió casas de formación para jóvenes y adultos pobres, a fin de ayudarlos a alcanzar la propia vocación sacerdotal o religiosa. Los asistió gratuitamente hasta la teología o a la definitiva decisión por la vida religiosa. Después los dejaba libres para elegir aquella diócesis o congregación que el Señor les hubiera inspirado. Estableció que sus religiosos ejercieran el apostolado en las zonas más pobres, "donde nada hay, humanamente, para recibir".
Y para testimoniar todo esto, acogió gratuitamente en sus casas, jóvenes, material y moralmente necesitados. Hizo hospitales y casas de acogida para asistir en el cuerpo y en el espíritu a enfermos y ancianos. Abrió casas de formación para jóvenes y adultos pobres, a fin de ayudarlos a alcanzar la propia vocación sacerdotal o religiosa. Los asistió gratuitamente hasta la teología o a la definitiva decisión por la vida religiosa. Después los dejaba libres para elegir aquella diócesis o congregación que el Señor les hubiera inspirado. Estableció que sus religiosos ejercieran el apostolado en las zonas más pobres, "donde nada hay, humanamente, para recibir".
"Resplandeció como un faro luminoso en la Iglesia de
Dios"
Son exactamente éstas las palabras que el Card. Schuster hizo
esculpir sobre su tumba.
De hecho al comenzar desde el 1939-40 hasta la muerte, en contraste con su innato deseo de anonimato, alargó sus horizontes hasta alcanzar las fronteras de la Iglesia, "gritando" a todos que el mundo se puede salvar sólo si se retorna a Cristo y a su Evangelio.
De hecho al comenzar desde el 1939-40 hasta la muerte, en contraste con su innato deseo de anonimato, alargó sus horizontes hasta alcanzar las fronteras de la Iglesia, "gritando" a todos que el mundo se puede salvar sólo si se retorna a Cristo y a su Evangelio.
Fue así que se convirtió en una voz profética, un punto de
referencia. Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos vieron en él un guía
seguro para ellos mismos y para sus iniciativas.
Por eso los Obispos de la Conferencia Episcopal del Trivéneto, en la propia carta postulatoria al Papa Juan Pablo II, pudieron escribir: «El Padre Calabria, justo para preparar la Iglesia del Dos Mil -expresión a él familiar- hizo de su vida un continuo sufrir y una cuidadosa llamada a la conversión, a la renovación, a la hora de Jesús, con tonos impresionantes de perentoria urgencia... Nos parece que la vida del Padre Calabria y su misma persona constituyen una " profecía " de vuestro apasionado grito a todo el mundo: "Aperite portas Christo Redemptori!"».
Por eso los Obispos de la Conferencia Episcopal del Trivéneto, en la propia carta postulatoria al Papa Juan Pablo II, pudieron escribir: «El Padre Calabria, justo para preparar la Iglesia del Dos Mil -expresión a él familiar- hizo de su vida un continuo sufrir y una cuidadosa llamada a la conversión, a la renovación, a la hora de Jesús, con tonos impresionantes de perentoria urgencia... Nos parece que la vida del Padre Calabria y su misma persona constituyen una " profecía " de vuestro apasionado grito a todo el mundo: "Aperite portas Christo Redemptori!"».
Comprendió que en esta radical y profunda renovación
espiritual del mundo tenían que ser comprometidos también los laicos. Para
esto, en el 1944 fundó la "Familia de los Hermanos Externos",
integrada, en efecto, por laicos.
Rezó, escribió, actuó y sufrió por la unidad de los
cristianos. Por eso, mantuvo fraternas relaciones con protestantes, ortodoxos
y hebreos. Escribió, habló, amó, nunca discutió. Conquistó con el amor.
El mismo pastor luterano Sune Wiman de Eskilstuna (Suiza) que tuvo con él un
copioso intercambio epistolar, dirigió el 6 de marzo de 1964 una carta
postulatoria al Santo Padre Pablo VI para pedirle la glorificación de su
venerado amigo.
Fue este período el más misteriosamente doloroso de su vida.
Parecía que Cristo lo hubiera asociado a la angustia del Getsemaní y del
Calvario, aceptando su ofrecimiento como "víctima" para la
santificación de la Iglesia y para la salvación del mundo. El beato card.
Schuster lo comparó al Siervo de Jahvé.
Murió el 4 de diciembre del 1954. En la vigília, hizo su
último gesto de caridad ofreciendo su vida al Señor por el Papa Pío XII, que
agonizaba. El Señor había aceptado su oferta y, mientras él moría, el Papa,
misteriosa e improvisamente recuperaba la salud viviendo con eficiencia otros
cuatro años.
El mismo Pontífice, sin saber del último gesto del Padre
Calabria pero conocedor profundo de toda su vida, cuando recibió la noticia de
su muerte, en un telegrama de condolencia a la Congregación, definió "campeón
de evangélica caridad".
Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 17 de abril de
1988