Para ser cristianos, el camino es sencillo: acoger a Cristo con todas sus enseñanzas. En otras palabras, se trata simplemente de vivir el Evangelio. Un Evangelio que inicia con la invitación del Maestro: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15). Un Evangelio que quedó expuesto en sus líneas más profundas y en sus exigencias más comprometedoras en el Sermón de la Montaña (Mt 5-7). Un Evangelio que fue acogido por los primeros discípulos y que debe ser llevado hasta los confines del mundo (Mc 16,15-16). Un Evangelio que se ha convertido en un grito que, desde los Apóstoles, ha sido creído y vivido por millones de personas a lo largo de los siglos. En el fondo, se trata de creer en Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6), en seguir al Buen Pastor en el redil por Él fundado (Jn 10), en celebrar su Pascua desde el milagro de la Eucaristía (Lc 22,14-20). El camino sencillo del Evangelio está al alcance de todos. Basta con dejarse tocar por la acción del Espíritu Santo, desde las palabras que resuenan gracias a los corazones de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, con la acogida llena de fe de un mensaje que tiene mucho que decir a cada uno de los hombres y mujeres por quienes Cristo ofreció, por Amor, su Cuerpo y su Sangre. |
lunes, 21 de enero de 2013
El camino sencillo del Evangelio
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