Queridos amigos, corramos con alegría hacia Belén, acojamos en nuestros
brazos al Niño que María y José nos presentarán. Volvamos a partir de Él
y con Él, afrontando todas las dificultades.
A cada uno de vosotros el Señor os pide que colaboréis en la
construcción de la ciudad del hombre, conjugando de un modo serio y
apasionado la fe y la cultura.
Por esto os invito a buscar siempre, con paciente constancia, el
verdadero Rostro de Dios. (...) Buscar el Rostro de Dios es la
aspiración profunda de nuestro corazón y es también la respuesta a la
cuestión fundamental que va emergiendo cada vez más en la sociedad
contemporánea.
(...)
Queridos amigos, esta tarde nos apresuramos unidos con confianza en
nuestro camino hacia Belén, llevando con nosotros las esperanzas de
nuestros hermanos, para que todos podamos encontrar al Verbo de la vida y
confiarnos a Él. (...) Llevar a todos el anuncio de que el
verdadero rostro de Dios está en el Niño de Belén, tan cercano a cada
uno de nosotros, porque Él es el Dios paciente y fiel, que sabe esperar y
respetar nuestra libertad.
A Él, esta tarde, queremos confesar con confianza el deseo más profundo de nuestro corazón: "Yo busco tu rostro, Señor, ¡ven, no tardes!" Amén.
Benedicto XVI
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